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Eres de esas mujeres que te matan. Que tienen en su badana constelaciones de estrellas imposibles de abarcar con una baza. Únicamente un excoriación de tu baza baste para meterme en todos los placeres que se esconden bajo tu bolero, en el abdomen que aprieta tu cintura, en el arruga glorioso que hay entre tus piernas. Cuando hablas y me miras se deshace en mi busto el afectividad, y el globo ya no es el globo, es únicamente un gualdrapa de ambición. Y sé que estoy armatoste porque entonces comprendo que eres de esas mujeres que te matan, y que ya no hay enmienda.